La G de Guinea
El portero del Caracas FC, Frankarlos Benítez, también tomó la decisión de no intentar detener los disparos del Deportivo Táchira. Una decisión que generó una serie de reacciones en el fútbol venezolano.
Durante la Jornada 5 de la Liga FUTVE, el clásico entre Caracas FC y Deportivo Táchira dejó un episodio que será recordado por la polémica generada. Con el marcador empatado 1-1 en los minutos finales, el equipo de la capital venezolana creyó haber anotado el gol de la victoria. Sin embargo, la intervención del VAR anuló la anotación por un supuesto fuera de juego, lo que desató la furia de los jugadores y el cuerpo técnico de Caracas FC, quienes alegaron que la decisión fue incorrecta.
La tensión en el encuentro aumentó tras la anulación del gol. Este momento crucial llevó a Caracas FC a tomar una medida durante la tanda de penales, la cual se llevó a cabo para definir al ganador de la ‘Copa Rey de Marcas’, un torneo que no afecta la clasificación de la liga.
Convencidos de que habían sido víctimas de una injusticia, los jugadores del Caracas FC fallaron deliberadamente todos sus disparos desde el punto de penalti, como muestra de su descontento con la decisión arbitral. Además, el portero del equipo, Frankarlos Benítez, optó por no intentar detener los disparos del Deportivo Táchira, en un gesto que simbolizó la protesta del conjunto capitalino. Esta acción sorprendió a todos los presentes y generó un gran revuelo en el fútbol venezolano.
La Liga FUTVE ha sido testigo de varias manifestaciones de descontento a lo largo de su historia, pero pocas han sido tan llamativas como la de este clásico. La convicción de los jugadores de Caracas FC de mostrar su inconformidad pesó más que la posibilidad de caer ante uno de sus máximos rivales, dejando claro que su objetivo era llamar la atención sobre lo que consideran un problema grave en el arbitraje del fútbol venezolano.
Esta protesta podría tener un impacto en el futuro de la competición y en la regulación de las decisiones arbitrales en la Liga FUTVE. El episodio ha abierto un debate sobre la calidad del arbitraje en Venezuela y podría provocar una revisión amplia de los procedimientos actuales, con la esperanza de evitar que situaciones similares vuelvan a ocurrir.