La Iglesia clama contra la persistente violación de la dignidad humana


El Vaticano condena el cambio de sexo, los vientres de alquiler, el aborto, los abusos contra la mujer como formas de violencia contra la dignidad humana y alerta sobre el peligro del feminismo y la violencia digital

Declaración Infinita Dignidad, en la Sala Estampa de la Ciudad del Vaticano

Tras cinco largos años de preparación, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe ha publicado: Dignidad infinita, una declaración sobre la dignidad humana, en el marco del 75 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

La iglesia siente una enorme preocupación sobre los derechos humanos. Por eso, con ocasión del reciente pasado 75 aniversario de la Declaración Universal sobre los Derechos Humanos, el 10 de diciembre del año 2013, ha publicado una vibrante carta, en la cual relata las 13 persistentes maneras de violación de la dignidad del ser humano en la sociedad actual.
El Papa Francisco, quien ha firmado el texto junto al prefecto del organismo encargado de la rectitud de fe del Pueblo de Dios viene insistiendo últimamente sobre algunas de estas formas de graves abusos contra la dignidad humana, tales como la guerra, a la que cuestiona su absoluta legitimidad y critica la normalización de las guerras en nuestra época, como un campo de batalla, también denuncia la habitual falta de consideración a los emigrantes. Así mismo, denuncia los abusos sexuales, la trata de personas, la explotación sexual y las torturas.
El texto magisterial, cuyo nombre viene de una afirmación de San Juan Pablo II, lamenta los atrevidos esfuerzos de ciertos gobiernos democráticos por la promoción de ciertas iniciativas contra la dignidad humana, así el documento gime contra cualquier forma de muerte provocada por los hombres, tanto para sí mismos, como para los demás, como: la eutanasia, el suicidio asistido, el aborto y afirma que estas prácticas, en vez de resolver problemas, sin embargo, generan un sufrimiento mayor, tanto en las víctimas como en su entorno.
Esta declaración, también denuncia toda forma de exclusión social, sobre todo hacia los discapacitados, como una grave falta de caridad e insiste en que los actores públicos luchen contra la vulnerabilidad y fomenten una verdadera integración social de todos los hombres. Denuncia la cultura del descarte, como funcionalismo, privatista, una forma de aislamiento social a los menos competentes y matiza que, Cuidar la fragilidad es fuerza, ternura y fecundidad.
Género y sexo
La declaración denuncia los novedosos esfuerzos de ciertas ideologías por incorporar nuevos derechos humanos que antes no existían en la declaración aprobada hace 75 años. Uno de estos es la ideología de género, sobre ella, el texto advierte: sin tener en cuenta esta verdad fundamental de la vida humana como don, no significa otra cosa que ceder a la vieja tentación de que el ser humano se convierta en Dios y entre en competencia con el verdadero Dios del amor que nos revela el Evangelio. Además, critica que es una forma de ignorar la diferencia sexual, como uno de los distintivos entre los seres humanos, y sugiere que esta distinción no implica una separación. Así mismo, el documento reafirma que el cuerpo del ser humano participa de la dignidad divina. El documento propone que el cambio del sexo es violencia contra el alma.

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