Micha necesita terapia 

La Copa de África Marruecos 2025 está siendo muy amarga. Para el Nzalang y para el verdadero aficionado. Los resultados pesan: dos derrotas consecutivas que han sellado la descalificación de Guinea Ecuatorial, probabilidad macroscópica. Ni Negreira podría arreglarlo. Pero, más allá de los malos resultados, hay una preocupación mayor: el rostro de Micha, nuestro seleccionador. Antes más calmado; ahora, tenso, nervioso, rebelde, cabreado y poco sereno. Algo ha cambiado; sería de gente honesta reconocerlo.

Durante los partidos de esta CAN, Micha no ha transmitido calma ni control. Su rostro refleja presión, ansiedad, una carga que va más allá del marcador y del banquillo. Y en el fútbol eso se paga caro. Porque un entrenador es un arquitecto, y si el arquitecto no está bien, el edificio acaba derrumbándose, por muy buenos materiales que tenga. Y eso que tenemos muchos de tercera mano. Eso sí, algunos intentan resistir.

¿La clave? Lo que ha pasado en el seno de la selección en los últimos tiempos. Conflictos, tensiones internas, decisiones polémicas, ruido externo. ¿Pensamos que eso no influye en el campo? El fútbol es táctica, sí, pero también cabeza. Y cuando la cabeza no está limpia, las ideas no fluyen. Hemos perdido partidos que podíamos competir o la actitud del primer encuentro fue nefasta. Aceptado. Pero eso no siempre es culpa de los jugadores. Un equipo refleja el estado emocional de su entrenador. Si el banquillo no está tranquilo, el campo lo nota. Y vaya si lo ha notado. Eliminación de libro.

Por eso digo que Micha necesita terapia. No como insulto, sino como necesidad. Necesita parar, respirar, reencontrarse consigo mismo. Recordar quién es y lo que es capaz de hacer. Liberarse del peso de la presión, de la crítica, de una afición que solo sabe exigir en una dirección. Porque Micha, a mi juicio y al de muchos, sabe de fútbol. Lo ha demostrado. Pero ahora mismo parece preso de la urgencia, y la urgencia es enemiga de la buena táctica.

¿La CAN todavía puede dejar buenos resultados? Seguro que no, pero sí lecciones. No solo para los jugadores ni el seleccionador, sino para todos: dirigentes, prensa y afición. Tal vez no sea el momento de guillotinar al nuestro entrenador, sino de preguntarnos qué entorno estamos construyendo alrededor del Nzalang. Micha se irá, vendrá otro; ¿y si la historia se repite? Al final, Guinea Ecuatorial terminará por asunto de fútbol, porque los cheques firmados no vuelven a las arcas del Estado.

En fin. No es un texto encomiástico. Pero Micha no es un entrenador cualquiera. Es, con datos en la mano, el mejor seleccionador que ha tenido Guinea Ecuatorial. Bajo su dirección, la selección ha competido y ha dado alegrías reales a un país que no siempre tiene muchas. Pero el fútbol no tiene memoria. Cuando llegan las derrotas, todo lo anterior se borra y la frustración se impone. La afición exige, y tiene derecho a hacerlo, pero rara vez se detiene a contextualizar. Y el contexto importa. Al final todos sabemos de fútbol pero nadie conoce el paradero de la afición que quería viajar a Marruecos.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *