La G de Guinea
Durante varias décadas, Finlandia se mantuvo neutral en medio de las latentes rivalidades entre los dos bloques políticos representados por Washington y Moscú. Pero finalmente ha elegido bando.
El domingo día 4 de abril, Finlandia anunció su decisión de solicitar formalmente su adhesión a la OTAN como miembro número 31, la alianza militar encabezada por Estados Unidos y otras potencias de Occidente, cuya ampliación ha sido utilizada por Rusia como una de las justificaciones para invadir a su vecino. Decisión a la que se sumó Suecia. Luego, los embajadores de ambos países ante la OTAN entregaron sus solicitudes formales de ingreso en la alianza en un acto celebrado en Bruselas. Cuya calificación por parte del secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, fue que se trataba de “un paso histórico”.
¿Qué implica que Suecia y Finlandia se unan a la OTAN?
“En la práctica, Finlandia ya se había acercado muchísimo a la OTAN en los años 90”, le explicó a BBC Mundo Pablo de Orellana, experto en relaciones internacionales en el King’s Collage de Londres.
El propio secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, se refirió también a ambos países como “los socios más cercanos” a la alianza militar.
Ya en 2014, después de la invasión rusa en la península de Crimea, ambos países aumentaron su colaboración formal a pesar de seguir siendo aliados externos.
Ahora, si finalmente se une a la OTAN como pretende Finlandia, lo que cambiaría es el “bien más importante” que implica ser miembro: la posibilidad de invocar el Artículo 5.
En este sentido, el Artículo 5 de la OTAN se refiere a la defensa colectiva e implica que un ataque contra un aliado es considerado también como un ataque al resto de miembros. “Lo último que le falta realmente a Suecia y Finlandia es el derecho a invocar el Artículo 5. Todo el resto de requisitos ya los están cumpliendo”, comenta Orellana.
Uno de los requisitos principales es destinar al menos el 2% del Producto Interior Bruto a gastos de defensa, algo que Finlandia ya hace y que Suecia se ha comprometido a alcanzar para los próximos años.
Participar en la organización también podría abrir las puertas a que Estados Unidos pueda desplegar sus armas nucleares en sus territorios, aunque Orellana define esta posibilidad como “un problema interno de la OTAN, que los europeos en general odian y qué suecos y finlandeses parecen estar claros de no quererlas”.
El presidente ruso, Vladímir Putin, destacó ante medios rusos que “no tener problemas con Finlandia, pero que la expansión de la infraestructura militar en su territorio demandaría una reacción desde Moscú”.
El portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, también dijo que “Rusia observa de cerca los movimientos de los dos países nórdicos y agregó que está convencido en que su adhesión no fortalecerá la seguridad de Europa”.
Por otra parte, según recoge ABC, Finlandia, que cuenta con uno de los arsenales de artillería más potentes de Europa occidental, decidió abandonar su neutralidad y unirse a la alianza en respuesta a la invasión a gran escala de Ucrania por parte de su vecino. Decisión que Vladímir Putin define como “un gran revés estratégico”.
Entre otros motivos, la invasión de Ucrania tenía como objetivo frenar la expansión de la OTAN y debilitar la cooperación occidental. Sin embargo, ha logrado exactamente lo contrario.
Finlandia se convertirá en el séptimo país báltico en ingresar en la OTAN, aislando aún más el acceso costero de Rusia a San Petersburgo y a su pequeño enclave de Kaliningrado.
La opinión pública finlandesa, por su parte, se vio radicalmente alterada por la guerra en Ucrania: casi de la noche a la mañana los apoyos al ingreso en la OTAN pasaron de apenas un tercio de los finlandeses a casi el 80% de la población.
Dicho lo cual, los motivos de Finlandia para pedir su adhesión a la OTAN y qué consecuencias puede tener.
Con Finlandia, la frontera de la OTAN se acercará aún más a Rusia, casi 1.400 kilómetros de línea común que afianza la posición de la Alianza en una zona próxima de gran interés económico y geoestratégico para Moscú: el Ártico.
“La seguridad y la aproximación de la OTAN a sus fronteras fueron argumentos, entre otros, esgrimidos por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, para invadir Ucrania”, revela BBC Mundo.
Como explica la Agencia EFE, Rusia afirmó que el ingreso de Finlandia en la OTAN será una amenaza y no hace más estable ni más seguro el continente europeo.
Contrariamente, el presidente finlandés, Sauli Niinistö, y la primera ministra, Sanna Marin, tomaron la histórica decisión de apoyar la adhesión, rompiendo con más de ocho décadas de no alineamiento.
“Finlandia debe solicitar su ingreso en la OTAN sin demora. Esperamos que los pasos a nivel nacional aún necesarios para tomar esta decisión se tomen rápidamente en los próximos días”, dijeron ambos mandatarios en un comunicado conjunto.
Este giro histórico se debe a la invasión rusa de Ucrania y a las crecientes amenazas del Kremlin para evitar la ampliación de la OTAN hacia el este, incluido el despliegue de armas nucleares en el Báltico.
Poco después de conocerse la noticia, el ministro de Exteriores de Rusia amenazó a Finlandia con “represalias de carácter militar-técnico y de otro tipo” si se une a la OTAN, después de que las autoridades finlandesas hayan anunciado su apoyo a esta posibilidad.
En el mismo comunicado, la cartera de Exteriores rusa ha insistido en que la adhesión de Finlandia a la Alianza “causará graves daños a las relaciones bilaterales”, por lo que Moscú afirmó que “se verá obligada” a tomar “represalias” para “detener las amenazas de seguridad a su territorio que se presenten al respecto”.
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es un pacto militar integrado por 30 países, que nació de un acuerdo firmado el 4 de abril de 1949 en Washington D.C., por los gobiernos de los Estados Unidos, Canadá, Bélgica, Dinamarca, Francia, Holanda, Islandia, Italia, Luxemburgo, Noruega, Reino Unido y Portugal.
Entró en vigor el 26 de julio de aquel año y posteriormente se fueron incorporando Grecia y Turquía, en 1952; la República Federal de Alemania, en 1955, y España, en 1982.
Tras la disgregación de la URSS, la OTAN creó en enero de 1994 la Asociación para la Paz, un programa de cooperación política y militar con terceros países, en respuesta al nuevo orden internacional poscomunista. En la práctica, dicha Asociación supuso un periodo de transición hasta la adhesión de los nuevos aliados.
Polonia, Hungría y la República Checa fueron los primeros antiguos países comunistas en entrar en la OTAN en la cuarta ampliación de esta organización, que el 12 de marzo de 1999 pasó a contar con 19 miembros.
En la Cumbre de Praga, el 21 de noviembre 2002, denominada “cumbre de la transformación”, la OTAN invitó a siete países de entonces ya desaparecida órbita comunista (Rumanía, Bulgaria, Eslovenia, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania) a adherirse.
Entre la guerra y el equilibrio: las claves de la relación histórica entre Finlandia y Rusia
Según el análisis realizado por El País, que Finlandia se sume a la OTAN es una derrota tanto simbólica como estratégica para Rusia: la alianza militar acaba de sumar a un miembro que comparte una extensa frontera de 1.309 kilómetros con Rusia, que estuvo bajo control de Moscú durante más de un siglo y que en los últimos años se había mantenido neutral.
“Nos han engañado descaradamente. Cinco oleadas de expansión de la OTAN. Pedimos directamente que no haya más movimientos de la OTAN hacia el Este”, dijo Putin en una conferencia de prensa en diciembre de 2021, cuando surgieron los primeros reportes de movimientos de tropas en la frontera entre Rusia y Ucrania.
Sin embargo, desde el principio de la invasión, el efecto parece haber sido el contrario. Ya en marzo de 2022, semanas después de que el Kremlin lanzara su invasión, Finlandia y Suecia no tardaron en condenarla, generando el enojo de Rusia.
En ambos países existían proyectos de ingreso a la OTAN antes de la guerra, que mantenían dividida a la población. Pero tras la invasión, estos Estados lograron apoyo político y el proceso se aceleró: la alianza los invitó formalmente a adherirse en junio.
La importancia de Finlandia
Antes de la adhesión de Finlandia en la Alianza Atlántica, el último país en ingresar en la OTAN fue la pequeña Macedonia del Norte, en marzo de 2020. Mientras que el último ingreso de antiguos países comunistas fue en 2004, cuando lo hicieron Bulgaria, Rumania, Eslovaquia, Estonia, Letonia y Lituania. En el caso de estos tres últimos Estados bálticos, se trató de la última vez que un país limítrofe con Rusia, como Finlandia ahora, ingresaba en la alianza.
La respuesta es similar a la que podrían dar cualquier de las antiguas repúblicas soviéticas, como Lituania, o exmiembros del Pacto de Varsovia, como Polonia, cuando entraron en la OTAN en décadas pasadas: para buscar seguridad tras una historia de tensiones con Rusia marcada por guerras y el férreo control de Moscú.
Finlandia quedó bajo control del Imperio ruso en 1809, y solo pudo lograr su independencia en 1917 y en el contexto de la Revolución rusa, que llevó a la caída del zar Nicolás II y el surgimiento de la Unión Soviética.
La joven república finlandesa fue invadida por la URSS en 1939, tras un conflicto fronterizo en la región de Karelia. La llamada guerra de invierno, caracterizada por la fuerte resistencia finlandesa, concluyó, sin embargo, en 1940 con una victoria soviética, pero en 1941 Finlandia se asoció a las fuerzas del Eje, lideradas por la Alemania nazi, para invadir la Unión Soviética e intentar recuperar sus territorios.
En 1944, Finlandia dio un giro: firmó un acuerdo de paz con la URSS y entró en guerra con Alemania, y estos últimos eventos determinaron que el país se mantuviera neutral durante la Guerra Fría, manteniendo relaciones con ambos bloques. El equilibrio entre Este y Oeste ha estado en el centro de la política exterior de Finlandia, siempre bajo la sombra de una agresión rusa.
Finlandia, actualmente, se considera como un gran defensor de la seguridad nacional. Así, los dos países nórdicos se han alejado de este estatus al que han estado suscritos internacionalmente.
Finlandia es un claro ejemplo de esto. En este sentido, el país se sustentaba en materia de seguridad sobre las bases del acuerdo filosoviético de amistad, cooperación y asistencia mutua de 1948. Esta neutralidad significaba que el país “no debía concluir ni unirse a ninguna coalición dirigida contra la Unión Soviética” a cambio de que se otorgase una garantía aliada de la soberanía e integridad territorial del país.
Sin embargo, 22 años después de la caída de la Unión Soviética, recuerda la historia, el orden mundial se ha transfigurado y continúa haciéndolo con el conflicto ruso-ucraniano. Para Putin, la adhesión de Suecia y Finlandia no suponen una amenaza directa siempre que estos no se rearmen, lo que se traduce en la creación de nuevas bases de la OTAN en estos dos países. De ser así, Rusia vería esta situación como una amenaza directa a su seguridad, ya que Finlandia y Suecia comparten con Rusia la región del mar Báltico y una frontera de 1.300 kilómetros que seguramente se vea reforzada con este nuevo ingreso.
A pesar de esto, Finlandia no quiere externalizar su defensa a la OTAN. Para muchos finlandeses es motivo de orgullo hacer frente a Rusia, pero la defensa nacional del país es una de las prioridades de la política de Finlandia. En palabras del presidente Ninisto, “la pertenencia a la OTAN no cambiará la geografía”.
De hecho, Finlandia ya cumple con el objetivo del gasto en Defensa que impone la OTAN, esto es un 2%. En cuanto a fuerza terrestre, el país cuenta con un Ejército completamente movilizado de hasta 280.000 militares, sumando, además, otros cientos de miles de reservistas. En cuanto a la Fuerza Aérea, esta está extremadamente equipada con la última compra de 64 aviones F-35.
Además, en este país la cultura de Defensa está ampliamente difundida. En esta línea, la defensa militar de Finlandia se organiza a través del servicio militar obligatorio, una anomalía en Europa. Siguiendo la propia Constitución finlandesa, todos los ciudadanos están obligados a defender su país, aunque solo los hombres que comprendan las edades entre los 18 y los 60 años están obligados al servicio militar, a diferencia de la mujer que puede presentar su solicitud de forma voluntaria.
Así, el país finés mantuvo una fuerte postura que defendía, por encima de todas las cosas, la defensa nacional, poniendo como bases el servicio militar obligatorio y una gran reserva bien entrenada. A finales de la Guerra Fría, Helsinki gastó el 1.6% de su PIB en la adquisición de los F-18 estadounidenses. Después de que el gasto en Defensa sufriese una importante caída hasta alcanzar el 1.1% en el año 2001, Finlandia ha aumentado de forma exponencial su presupuesto. De esta forma, el país compró nuevos sistemas, además de actualizar las capacidades con las que ya contaba.
Cada vez es más probable que, con la integración de los nuevos países y presupuestos armamentísticos, las alianzas de seguridad se consoliden ante las amenazas y la guerra actual que atraviesa Ucrania. De esta forma, la Unión y la OTAN ya se encuentran en el camino de la apuesta por la seguridad ante una situación límite. Un camino que, sin embargo, no dejará de ser largo y estará pavimentado con dificultades y contratiempos. De la rapidez con la que se consiga andarlo dependerá directamente de lo que ocurra en Ucrania.