La lucha por la dimensión del trabajo, en la dignificación de la persona humana, sigue siendo una realidad en el mundo laboral

La organización internacional del trabajo (OIT) se encarga de desarrollar y supervisar el uso de las normas internacionales de trabajo que se convierten en convenciones y recomendaciones. Estas normas cubren todos los aspectos del mundo del trabajo, y establecen principios básicos y derechos con el fin de garantizar un trabajo digno para todos los ciudadanos.

«Sin pan y sin trabajo» (1894), primer cuadro de tema obrero con intención de crítica social en el arte argentino (Gentileza Museo Bellas Artes), de Ernesto de la Cárcova. Imagen descargada de www.cronica.com.


El 1 de mayo de 1886, cuando se convocaron 307 manifestaciones a las que se unieron 200.000 trabajadores en Chicago, en ese momento segunda ciudad más poblada de Estados Unidos. Las manifestaciones se sucedieron en los siguientes días, pero también los altercados. El 4 de mayo, la Policía asesinó a 8 manifestantes después de que un explosivo hubiese acabado con la vida de 7 miembros de las fuerzas de seguridad. 8 personas fueron detenidas como responsables del suceso y 5 de ellas fueron condenadas a muerte. Son los conocidos como «mártires de Chicago»
La lucha por la dignificación de la persona humana en el ámbito laboral comienza a finales del siglo XIX, en Europa y América del Norte. En este siglo, los trabajadores hacían jornadas de 12 a 18 horas grandes fábricas y las condiciones laborales eran infrahumanas. En Estados Unidos, el movimiento obrero iba creciendo y reclamaba la máxima de “ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso y ocho horas de ocio”. Las reclamaciones del movimiento obrero se verán satisfechas con la Ley Ingersoll aprobada en 1868 por el presidente Andrew Johnson. En esta ley se aprobaba la jornada de 8 horas para algunos trabajadores; como los de obras públicas o los empleados de oficinas laborales, no así para los trabajadores de las fábricas. La Organización Internacional del Trabajo fue fundada en el 1919, el 11 de abril, como parte del Tratado de Versalles que terminó con la Primera Guerra Mundial, y reflejó la convicción de que la justicia social es esencial para alcanzar una paz universal y permanente.
La prensa calificaba el movimiento en demanda de las ocho horas de trabajo como «indignante e irrespetuoso», «delirio de lunáticos poco patriotas», y manifestando que era «lo mismo que pedir que se pague un salario sin cumplir ninguna hora de trabajo».
La OIT es un organismo especializado de las Naciones Unidas que se ocupa de los asuntos relativos al trabajo y las relaciones laborales. La sede central se encuentra en Ginebra, Suiza. En 1969, la OIT recibió el Premio Nobel de la Paz. Está integrado por 187 Estados (cifra de 2021).


El Trabajo Decente representa seguridad, ya que una comunidad que trabaja es una comunidad en paz. El trabajo decente significa la inclusión social, ya que la igualdad de oportunidades y ausencia de discriminación que implica, es crucial para lograr la realización del total de las capacidades personales.
El trabajo “digno o decente” es aquel en el que se respeta plenamente la dignidad humana del trabajador; no existe discriminación por origen étnico o nacional, género, edad, discapacidad, condición social, condiciones de salud, religión, condición migratoria, opiniones, preferencias sexuales o estado civil.
Desde las R.I., y Según la O.I.T., se entiende por trabajo digno o decente aquel trabajo productivo que cuenta con una remuneración justa, con seguridad en el lugar de trabajo y protección social para las familias, con mejores perspectivas para el desarrollo personal y la integración social, libertad para que los individuos manifiesten sus preocupaciones, se organicen y participen en la toma de aquellas decisiones que afecten a sus vidas, así como la igualdad de oportunidades y de trato para mujeres y hombres.
En la actualidad, donde las condiciones socioeconómicas y las relaciones laborales se han visto modificadas en el tránsito de una sociedad industrializada a una sociedad de tecnologías de información, las sucesivas reformas laborales de flexibilización y desregulación en el marco de la globalización han precarizado las condiciones de vida, polarizado los escasos empleos entre seguros y subcontratados, minando la justicia laboral y generada exclusión por el analfabetismo funcional de algunos trabajadores ante las rápidas innovaciones tecnológicas entre otros aspectos. Es fundamental recuperar el sentido del trabajo, poniéndolo en el centro de los valores sociales y aplicar los mecanismos de defensa de derechos humanos que permitan el desarrollo y vida digna de las personas.

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