Las invasiones de campo, una peligrosa costumbre en los partidos del Nzalang Nacional

La pasión por la selección de Guinea Ecuatorial ha llevado a repetidas invasiones de campo, poniendo en riesgo la seguridad de jugadores y aficionados. ¿Cómo afrontar este desafío sin apagar el fervor de la hinchada?

En los últimos encuentros de la selección de Guinea Ecuatorial, el Nzalang Nacional, se ha vuelto recurrente una escena que preocupa a las autoridades deportivas y a los organizadores de los eventos: la invasión del campo por parte de los aficionados. Si bien la pasión por el equipo nacional es innegable y el apoyo de la hinchada ha sido clave en el desempeño del conjunto, la euforia descontrolada está generando situaciones de riesgo tanto para los jugadores como para el propio público.

Uno de los episodios más recientes ocurrió en el partido de ayer contra Santo Tomé, tras el pitido final, decenas de seguidores saltaron al terreno de juego para celebrar con los futbolistas. Esta situación obligó a la seguridad a intervenir de manera apresurada para evitar posibles incidentes. 

Sin embargo, no es la primera vez que sucede. En encuentros anteriores, como en el partido contra Argeli, algunos aficionados saltaron al terreno de juego después del pitido final. Estas situaciones ponen en entredicho la seguridad en los estadios.

Las invasiones de campo, aunque muchas veces motivadas por el entusiasmo, pueden acarrear sanciones para la Federación Ecuatoguineana de Fútbol (FEGUIFUT), multas económicas y hasta la prohibición de jugar partidos con público. Además, representan un peligro para los propios jugadores, que podrían ser agredidos involuntariamente en medio de la multitud, y para los aficionados, que pueden verse envueltos en estampidas o enfrentamientos con la seguridad.

Es fundamental que las autoridades tomen medidas preventivas para evitar que este problema se convierta en una constante que perjudique al fútbol nacional. Una mayor presencia de personal de seguridad, la implementación de sanciones ejemplares y campañas de concienciación podrían ser claves para controlar esta tendencia sin frenar la pasión por el Nzalang. La afición tiene el derecho y el deber de apoyar a su selección, pero siempre dentro de los límites que garanticen la seguridad de todos.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *