Pwakoro afirma que “El Nvet Oyeng fue creado por el hombre fang de Guinea Ecuatorial”

Originalmente conocido como “ENVET OYEK”—“NVET OYENG” por un europeo que no pudo pronunciarlo como los autóctonos, el Nvet es un rito tradicional de la etnia fang que tiene epopeyas, y estas son consideradas como unas de las más ricas de África. Según “Pwakoro”, discípulo de “Eyí Muandong”: “cualquiera puede tocar el Nvet, no obstante, ser trovador es de muy pocos. Y cuanto más mayor y más alejamiento de la mujer, más trovador te vas haciendo porque el cuerpo de la mujer desvirtúa lo tradicional”.

El hombre fang es el protagonista del Nvet. Pertenece a la familia bantú: fang-Bulu-Eton-Ewondo, enraizada en África Central: Gabón, Camerún, Centro África y Guinea Ecuatorial.
En esta subregión africana, existen otras epopeyas como el Olende, “Mubwang” o “Mulombi”, pero la más reconocida es el Nvet. Se trata de una forma de literatura oral aún viva, pero que corre el riesgo de desaparecer por completo por falta de cultivadores.
“El nvet constituye una actividad cultural de la etnia fang, es decir, en todas las partes donde quiera que se la encuentre, habrá Nvet” explica Eugenio Esono, discípulo de Eyí Muan Ndong, considerado como el mejor trovador de la historia de este arte.

“El nvet tiene su cimiento en Guinea Ecuatorial porque antes de conocer este modelo que ha llegado a ser popular, el hombre fang usaba un tipo de Nvet que llamó Moyó, que tenía una sola cuerda y una calabaza, este lo inventó un hombre de la tribu Esandon llamado Efa Nden Nvé, quien a su muerte lo heredó Nchama Atebá, ella a su vez lo traspasó a Okang Oná, y este a Nve Meñé que, es la última descendencia de este ritmo de Nvet. Este no llegó a ser tan popular, solo se tocaba en pequeños ritos y ceremonias culturales de la etnia como Abok Beré(ritual del Melan), Abok Misem (rito de la infidelidad tribal)” dice Pwakolo.

Después de un tiempo surgió otro nuevo estilo que se conoce hasta nuestros días, y su denominación es Mbwezam, cuyo prototipo de nvet se compone por tres calabazas y cuatro cuerdas. Quizás por el transcurso del tiempo ya se deduce su nombre como Nvet Oyeng, pero en realidad esa denominación surgió por un europeo que quiso llamar Envet Oyek, que es la expresión original debido a que un hombre de la tribu Oyek, Oyek Binvara, llamado Ebang Muan Oyek, es el que trajo el nuevo ritmo que ha invadido el campo e hizo desaparecer al Moyó. Este Ebang lo heredó a Menguiri, este lo traspasó a Ncogo Alú, él a su vez a Nfum Ndong Moló, este a su vez lo heredó a Ndong Oyogo, y él lo pasó a Eyí Ncogo (Eyí Muan Ndong) y Eyí dio una parte a sus discípulos, entre ellos está Sima Eyí, está también Owono Mbá, está Ndemsogo Ngono y pwuakoro.
El aprendizaje de este arte no es explícito, sino implícito, es una inspiración porque cuando un trovador hace una puesta en escena, lleva la mente en blanco, es decir, no estructura un orden de epopeyas a narrar. Basta con coger el ajuste del Nvet y su sombrero, en la mayoría de los intérpretes, de color negro, con cinco plumas del postrero de un halcón que siempre se colocan en el extremo superior del mismo. Y desde luego, todo le llega al instante procedente del mundo del más allá donde no llega el conocimiento científico.

En este sentido, todo el mundo puede tocar el Nvet, pero no cualquiera puede ser trovador. Para interpretar estas epopeyas se vale de otras virtudes y adiestramiento de un maestro.

Según señala Ángel Antonio López en la revista argentina de poética medieval, para ser un intérprete del nvet, es imprescindible un proceso de formación. El candidato, no necesariamente del clan del maestro, recibe una enseñanza esotérica que le permite dominar ese arte.

Las sesiones de Nvet tienen lugar en el Abaha o casa de la palabra, una casa común abierta a todos los habitantes de la aldea, a todos los forasteros y a aquellas mujeres que estén casadas. Los asistentes se colocan en dos bancos paralelos, de vez en cuando tocando Bipwara, (vaquetas de cañaveral) y retoman en coro el estribillo que previamente les ha sugerido el trovador (maestro de ceremonias) el cual se sitúa de frente al auditorio y de espaldas al bosque. Este acto se lleva a cabo en las defunciones de personas mayores (hombres), y en ocasión, de mujeres ancianas.

El intérprete del nvet recurre siempre a la genealogía de los personajes de su epopeya (que son personajes de ficción pertenecientes a entidades míticas, a las que, a través de sus antepasados, es posible remontarse hasta el principio de los tiempos).

El Nvet tiene una temática similar en toda la cultura fang. En una entrevista, Pierre-Clavier Eyí Obama, trovador gabonés, aclara que “el mensaje solo puede darse en un lugar respetable; bien sea en el Abaha o en otro lugar acondicionado para tal efecto. Los temas son numerosos, más podríamos decir que básicamente se reduce a la exaltación de la lucha del hombre contra las potencias naturales, visibles e invisibles, y su intento de acceder a la inmortalidad. En otras palabras, la lucha irresoluble entre los mortales (los hombres de Okuiñ) y los inmortales (la gente de Engong)”. Y se sintetizan en fases:

-Fase inicial: que precisa la genealogía de la epopeya a contar.

-Fase en que cada parte intenta movilizar sus fuerzas.

-Fase en la que se nota el combate.

-Y en la cuarta frase, los inmortales reafirman su supremacía, basada sobre todo en que conocen el secreto de la inmortalidad y los otros, ansían descubrirlo y, pese a su valentía, nada pueden hacer contra ellos.
En este sentido, en el nvet, predominan dos mundos: Engóng y Okuiñ, que tanto para Eyí Ncogo como para el Gabones Tchira Ndong, “la gente de Engong fueron los primeros hombres creados por Dios, no mueren ni se enferman, y son valientes”.
Viven en una parte del mundo: un vasto territorio situado al sur de Okuiñ. Todos los guerreros de Engong o Eyina Mba Mikú poseen un apodo que expresa su principal cualidad beliguerante: el torbellino, la roca, el arbusto, la piedra, etc., responsables del “extraño regalo venido del otro mundo para tal aldea”. Entre ellos, presidentes como Angono, Acoma Mbá y su tribunal; grandes guerreros como el coronel Nnang Ondó, Ongongono Ondo Biyang, Nzé Medang, quien se alistó al ejército a los 14 años y pidió su jubilación a los 240, entre otros.
Contrariamente, al Okuiñ, Engóng era el primer asentamiento de los Echang (Nguema Echang y Oyono Echang), por una lucha con una tribu muy fuerte, el primer clan que mató a un Echang, ellos tuvieron que emigrar y vinieron a asentarse en Eyina Mbá Mikú, que según Eugenio “es el actual asentamiento del imperio”.
Entre el Nvet de los años 80 y el de la última década, existe bastante diferencia, quizás sea porque en la actualidad todo el mundo dedica su tiempo donde saca provecho, o bien porque este ámbito de la cultura está perdiendo su potencial. Pwakolo nos lo explica, “se nota el contraste en el nvet dependiendo de la evolución del trovador, es la mayor diferencia. El nvet se condensa en una persona a través del tiempo porque es un rito tradicional, de hecho, cuando el trovador ya va perdiendo las fuerzas, el maestro le debe reiniciar para retomar su conocimiento y sentimiento sobrenaturales.
El ser buen trovador depende del transcurso del tiempo y el respeto a las normas que vienen establecidas para tal fin, y esta normativa gira en torno a la mujer: cuanto mayor y más alejamiento de la mujer, más trovador te vas haciendo porque el cuerpo de la mujer desvirtúa lo tradicional. Pero surge un momento en que eres trovador, pero eso no te da de comer porque la sociedad no da importancia a la cultura”, lamenta.
Esta modalidad artística tradicional ha ejercido influencias desde siempre tanto en Gabón, Camerún como en Guinea Ecuatorial, en sus ritos y ceremonias ancestrales, con un contenido moralizador en sus canciones, valor que sitúa al Nvet como las excelentes creaciones de esta etnia, y una de las mejores epopeyas de la subregión, aunque en la actualidad se hace cada vez más obsoleto. Y a pesar de todo, uno como Pwakolo se mantiene intacto y sigue haciendo representaciones de Nvet, aunque no con frecuencia.

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